miércoles, 9 de mayo de 2018

Caja ronca


Había una vez en San Juan Calle un chiquillo curioso que quería saber en qué sueñan los fantasmas. Pues este pequeño había escuchado sobre unos aparecidos que merodeaban en las noches de Ibarra, sin que nadie supiera quiénes eran, pero que de seguro no pertenecían a este Mundo.

-¡Ay Jesús!, decía Carlos, ojalá no salgan la noche en que tengo que regar la chacra. Sin embargo, este muchacho de 11 años era tan preguntón que se enteró que las almas en pena vagaban a medianoche para asustar a todos los que salían. Estos seres, según decían, penaban porque dejaron enterrados fabulosos tesoros y hasta que alguien los encontrara no podían ir al cielo. 
Estos entierros estaban en pequeños baúles de maderas duras para que resistieran la humedad de las paredes.

Carlos moría de ganas de conocer a esas almas en pena, aunque sea de lejos y fue a la casa de su amigo Juan José para que lo acompañara al regadío.

-¡Qué estás loco!, dijo Juan José.
Yo estaba en el barrio cuando
hablaron de la Caja Ronca, que
era como habían denominado a
esa procesión fantasmal.
-No seas malito, le dijo Carlos.

Y luego de insistir, los dos chicos caminaron hasta el barrio San Felipe. Empezaron a regar los sembríos y después prendieron una fogata y esperaron que el tiempo transcurriera, eso sí evitando hablar de la temible Caja Ronca.

Atraídos por la magia del fuego no tardaron en dormirse, mientras un ruido pareció entrar por el portón
del Quiche Callejón. Despertaron y el sonido se hizo cada vez más fuerte. Entonces se acercaron a la
hendidura y lo vieron todo:




Un personaje extraño rodeado de fuego daba órdenes a sus fieles, que caminaban lentamente como arrepintiéndose.

Los curiosos estaban pegados al portón como si fueran estatuas. Y entonces la puerta sonó. A su lado se encontraba un penitente con una caperuza que ocultaba sus ojos. Les extendió dos enormes velas aún humeantes y se esfumó como había llegado.

A Juan José le pareció que una carroza contenía la temible Caja Ronca, que no era otra cosa que algún baúl lleno de plata perdido en el tiempo y el espacio y que buscaba unas manos que lo liberaran de su antiguo dueño.

Ni cuenta se dieron cuando se quedaron dormidos, ni aún en el momento en que sus pies temblorosos los llevaron hasta sus casas de paredes blancas.

En San Juan Calle, las primeras beatas que salieron a misa los encontraron echando espuma por la boca y aferrados a las velas fúnebres. Cuando fueron a favorecerles comprobaron que las veladoras se habían transformado en canillas de muerto.

Fue así como, de boca en boca, se propagaron estos sucesos y los chicos fueron los invitados de las noches cuando se reunían a conversar de los sucesos de la Caja Ronca...

Muro de làgrimas de las islas Isabel

A 5 kilómetros de Puerto Villamil en la isla Isabela de las Islas Galápagos se encuentra un sitio histórico conocido como el muro de las lágrimas. Éste fue construido entre 1945 y 1959 por prisioneros que eran enviados a pagar sus penas en la isla.
La pared tiene cerca de 25 metros de altura y se dice que causó la muerte de muchos durante su construcción.


Resultado de imagen para leyendas ecuatorianas muro de lagrimasLas personas que habitan la isla dicen que cuando la niebla se sienta sobre el lugar, durante el crepúsculo o la noche, pueden ser oídos débiles lamentos. Otros dicen que los fantasmas de algunos prisioneros se pueden ver en el camino que conduce al sitio.

Cantuña y el pacto con el Diablo

Cantuña era un respetado indígena en los tiempos coloniales al que le fue encomendada la construcción del atrio de la Iglesia de San Francisco en Quito.
La paga por dicha labor era muy buena, pero la condición era que debía realizarse en el menor tiempo posible. Cantuña entonces decidió vender su alma al diablo con la condición que todas las piedras del atrio estuvieran allí puestas antes de que salieran los primeros rayos del sol.
Éste grabó en una piedra que cualquier persona que la tocara reconocería únicamente a Dios.Tres pequeños demonios que trabajaban esa noche no pudieron tocar la piedra y dejaron incompleta la construcción.


Resultado de imagen para leyendas ecuatorianas cantuñaCuando el diablo llegó para llevarse el alma de Cantuña, éste reclamó que la obra no había sido completada y que por tanto no se podía cumplir el trato, ganando su alma de vuelta.

martes, 8 de mayo de 2018

Victor Emilio Estrada

Cuenta la leyenda que Víctor Emilio Estrada (ex presidente del Ecuador en 1911) era un hombre de fortuna, acaudalado y lleno de paciencia, un caballero de fina estampa. Pero en esa época corrían rumores de que el caballero había hecho un pacto con el Diablo y que, cuando muriera, el mismísimo demonio acudiría a su tumba para llevárselo. 
Víctor Emilio Estrada, por tal motivo, construyó una tumba de cobre; de ese modo, el demonio no interrumpiría su eterno descanso. 
Conque, al morir, fue enterrado en su tumba de cobre, una de las más grandes del famoso cementerio de Guayaquil. El demonio, tal cual tenía previsto el pacto, quiso llevarse su alma al infierno; en vista de que no podía por mucho que intentase, lo maldijo y dejó varios demonios custodios fuera de su tumba para que lo vigilaran y no lo dejaran descansar en paz.
Desde ese día, Víctor Emilio Estrada sale todas las noches a las 23 horas, con su sombrero de copa y su traje de gala hacia la puerta a conversar con las personas qla ue se detienen a coger el bus en la parada. Incluso hay taxistas que afirman haber llevadhasta o a Estrada puerta del cementerio.Resultado de imagen para victor emilio estrada leyenda